Nevado.
Recuerdo que viajábamos al país del colibrí y paseábamos amantes por las montañas remotas respirando el elevado aire, tan puro y prístino, que nos oprimía el pecho. Y allí estaban, los pájaros mosca, diminutos y grises. anunciando su revoltosa presencia con ese zumbido de insecto. Y nosotros allí con las manos enlazadas y los ojos como platos y al fondo ungiendo todas las tardes, y anaranjado, el poderoso nevado. Vimos el ave más mínima del planeta y la más inmensa. Oteando con las hélices extendidas el hondo cañón volando plácida y desinhibida. Símbolo que nos obligaba a extender el cuello […]