A la precisa velocidad de las mariposas
Érase una vez un niño y una niña un poco raritos que se llevaban muy bien y eran buenos amigos. Cada mañana de cada martes se encontraban en la sombra de un alcornoque en la sierra de Espadán. El niño iba con su viento dando saltos mágicos por las rocosas sendas detrás de los veloces gamos. La niña rodaba con precisión a la exacta velocidad de las mariposas. Y aunque cada mañana la luz del sol era diferente, siempre se reconocían en la sonrisa y a la sombra de aquel alcornoque, cada martes, se daban los buenos días. Así pasaron […]