(A un hombre que sabía llorar)
Viniste con mil abrazos,
con un libro de mil páginas.
Un abrazo por mi llanto,
otro abrazo de esperanza,
otro por la noche en pena.
Un abrazo por mi rabia,
y otro por mi negra vela.
¡Qué débil es el amor
cuando se esconde!
¡Qué firme la compasión
cuando te alcanza!