Y yo que suelo hablar
con golondrinas, apuro,
como un vaso, el silbido
gracioso de sus mercadeos aéreos.
Y ellas que atan mi mirada,
me amarran al zigzag de su rapsodia,
me llaman a las alas.
En la foto que acompaña al poema, el fotógrafo Daniel Bieber capta el momento en que una bandada de estorninos toma la forma de un pájaro