Llamaste a mi puerta

Llamaste a mi puerta y yo estaba triste.
Venías con las manos de consuelo llenas.
Contigo entraba en casa el mes de junio
triste, triste.

Tus brazos abiertos, mayo huyendo.
Sus ojos hoscos, esquivos,
y tú anunciando el verano pero era triste.

Después la tarde de julio y el banco.
¡Tus brazos abiertos tan piadosos!
Mis pies colgaban, tus ojos brillantes.
Tú tan bueno, tan llano, tan tierno.

Luego agosto de vuelta con todos los libros
ten al lado a tu amigo si te han abatido,
lee un poema, mira sus ojos.
Él tan cruel, tan cobarde, tan lejos.
Tú tan bueno, tan llano, tan tierno.
Yo y el verano tan tristes.

Hoy que es febrero estás otra vez
en la curva tan íntima.
Yo estoy huyendo, triste.

Deja un comentario