El centro de mi pequeña casa es una gran ventana bendecida por el oeste. El techo de mi casa en invierno reverbera de palomas, en primavera reverbera de vencejos. Sobre el suelo, en las noches de luna llena, la luz dibuja la ventana, y en esa hora precisa el silencio y la noche se abrazan y mi casa late, late en paz.
En mi pequeña casa la luz entra por las cuatro esquinas y el sol se cuela rebelde y en los días insolentes no da tregua. Adora tumbarse sobre el sofá y envuelve el aire en un resplandor de dicha como traído de algún cuento de hadas. En mi casa, que tiene vocación de invernadero, las flores cariñosas y vivaces se despliegan.
En esta casa mía, las paredes sueñan y a veces cantan, son como el cartero o como el rumor del valle que trae el pulso vital de los vecinos: los domingos ensayan jotas, aquel escucha la radio, el otro trabaja, una niña canta, al fondo aplauden y se vitorean.
Mi casa es una casa silenciosa y solitaria, solo me tiene a mí y yo no hago ruido. Suelo bucear entre papeles, libros y diccionarios o me ocupo de mis plantas. Entre las dos construimos la atmósfera perfecta y esperamos. Y allí, en el núcleo de esa espera, buscamos los pliegues de la belleza.
Mi casa también está confinada. Y terca como es y un poco arrepentida, ella que nació para el amparo, vuelve de vez en cuando a la madrugada en la que renegó del telar del asilo. Los sueños en ese minuto exacto se revuelven aplomados. Pero mi casa, ambivalente, también tiene vocación de cornisa y está cerca del aire que vibra alrededor de un campanario. Y por única vez, cada uno de enero, mi casa mira ahí, detrás del campanario, al sol que traslada el ocaso en su cola de rayos y se esconde abatido.
2 comentarios en «Diario de un confinamiento. La casa»
Te leo,te sigo y te disfruto desde un rincón murciano. Eres un oasis en un desierto de letras que solo traen malas nuevas. Me pregunto cuántas horas necesitas para conmover…o si eres una de esas malditas y envidiadas poetas que cuando habla, lo hace en prosa, pero que sin esfuerzo convierte al verbo soneto…..
No dejes de escribir nunca, por favor.
Y ahora que tengo tiempo con tiempo para leerte, aún menos dejes de hacerlo! 😉
Gracias
Muchas gracias Luis, ¡no te has aburrido de mí, ehh! Gracias de verdad por tan bellísimo reconocimiento. Creo que si logro conmoverte es porque casi siempre yo escribo conmovida. Ánimo con estos días y te me cuidas (Dativo ético)