Ensayo general del horror climático
Australia lleva semanas ardiendo, millones de seres vivos achicharrados, uno de los santuarios naturales de flora y fauna únicas -milagro de la evolución en nuestro planeta- asolado por el fuego. Miles de australianas saliendo a marchas forzadas de sus casas en barca y por mar escapando del humo asfixiante, ciudades enteras evacuadas dejadas al pasto de las llamas. Las redes sociales nos devuelven fotos aterradoras, koalas sedientos y con quemaduras de primer grado, canguros carbonizados, un cielo del color de los infiernos, bomberos agotados e impotentes, familias enteras que pierden sus hogares y cifras escalofriantes. Allí se está conjugando la tormenta perfecta, altísimas temperaturas rozando los 50 grados, una sequía pertinaz y vientos que extienden los incendios sin misericordia. Cuando buceas en la prensa de los últimos tres meses que alude a Australia, noticia tras noticia, te zambulles en el horror climático que Planeta Inhóspito anticipa. Y no es futuro, es nuestro presente, un presente muy real.
Las unas por las otras y la casa sin barrer
Y luego, leemos que el presidente de Australia se niega a asumir los necesarios compromisos de descarbonización, aludiendo a la inacción del resto de países. Un ejemplo vivo de lo que en mi casa, mi madre, solía definir como…”las unas por las otras y la casa sin barrer”. Nadie asume el compromiso real y necesario que nos encamine a la descarbonización de nuestras sociedades. Nadie da el primer paso y quienes lo dan son países cuyo alcance y capacidad de liderazgo e influencia es muy pequeño. Se ha fundamentado sólidamente que las emisiones de CO2, están directamente relacionadas con el crecimiento del PIB mundial. Y ayer mismo leía un artículo de Santiago Muiño donde afirmaba que el crecimiento económico no es una decisión política, es una trampa estructural. Y es que dejar de crecer supone un freno tan brutal que arrojaría a millones de personas a la pobreza. Por eso mismo, por cómo están ordenadas nuestras sociedades, es impensable asumir una transición socioecológica desde abajo, es absolutamente necesaria la intervención de los estados y una gobernanza global.
El cinismo rampante
Y sin embargo, a pesar de que no hay compromisos reales, ni objetivos serios de reducir las emisiones de carbono, la hipocresía y el cinismo son sobrecogedores. El consenso es absoluto, el cambio climático se reconoce como el desafío de nuestro tiempo y la sociedad civil, empresas, organizaciones medioambientales e instituciones lo incorporan a sus fines. Es tendencia en las redes, y en los grandes medios, día sí y día también, salta a los titulares. Pareciera, si nos quedásemos en las apariencias, que la sociedad está pre-ocupada, pero no es cierto, ninguna institución, empresa y administración está tomando medidas reales y efectivas, nadie se está ocupando. Y es impensable que suceda, mientras no se asuma que el crecimiento económico es incompatible con los objetivos de mantener a raya el aumento de la temperatura media del planeta por debajo de grado y medio, y que, inexorablemente, tenemos que abordar el decrecimiento y la descomplejización de nuestra sociedad (por supuesto de forma justa y democrática, sin dejar a nadie fuera)
No fuisteis hechos para vivir como bestias / sino para perseguir virtud y conocimiento
El cinismo climático está firmemente instalado en nuestro día a día. Las contradicciones y las disonancias son tan brutales y desmesuradas que da un poco de vértigo porque normaliza, aún más, la hipocresía. Es cierto que estamos atrapadas en el sistema, es cierto que nuestras vidas dependen más de lo que nos gustaría de un automóvil o de esas empresas altamente contaminantes para las que trabajamos, es cierto que no siempre tenemos el margen de acción para tomar la decisión más justa. Pero, dicho esto, me gustaría añadir que aunque estemos atrapadas y nuestras acciones individuales tenga poco recorrido y capacidad de influencia, es necesario que nosotras, las conscientes del desafío, hagamos lo posible por adecuar nuestras vidas a las exigencias de este tiempo. Si somos conscientes, verdaderamente conscientes, sabremos que el camino hacia un mundo en paz con la biosfera es un mundo más sobrio y menos materialista, y si lo sabemos tenemos la responsabilidad de adecuar nuestro discurso a nuestras acciones. Prefigurar – como decía Riechman en un twitter- nuestro comportamiento, ensayando esos estilos de vidas descarbonizados y lentos que en un futuro afortunado – nótese que digo afortunado porque la otra cara de la moneda será la barbarie- se generalizarán. Tal vez necesitemos ayuda y respaldo del estado para prescindir de nuestros coches, pero seguro que hay acciones efectivas que podemos poner en práctica. Podemos escoger cómo, dónde y de qué manera pasamos nuestro tiempo libre, seguramente podemos empezar a llevar dietas casi vegetarianas, podemos reforzar la agricultura de cercanía y de temporada y podemos negarnos a entrar en el circuito de consumismo al que continuamente te empuja el sistema….
Si nosotras que estamos en las luchas por el clima, que inundamos las calles sosteniendo pancartas que reclaman un planeta limpio, justo y descarbonizado, no asumimos el compromiso real de anticipar ese mundo que exigimos, ¿quién lo asumirá?
Franco Battiato es uno de mis referentes musicales y literarios, me gusta mucho traducir sus letras, a menudo en ellas reivindica la necesaria dignidad humana. En una de sus maravillosas canciones, Oda al inviolable, nos recuerda: ” Digna es la vida de aquel que está despierto, pero aún más de quien se vuelve sabio”. Y este pequeño camino de renuncias climáticas -también un camino de búsqueda- es el digno camino que el querido maestro ha perseguido toda su vida, un camino vuelto hacia dentro, hacia lo genuino y hermoso del espíritu humano. Tomemos, determinadas y resueltas, la senda descarbonizada de la renuncia. El espejo nos devolverá una imagen más clara y el camino, deleites insospechados.
Nota: me gustaría añadir que este camino no es sencillo y que a veces tomar algunas de estas decisiones climáticas puede ser difícil, otras veces, nos veremos entre la espada y la pared, entre lo urgente y lo importante y nos costará dar pasos en la dirección correcta. Por lo menos es así como yo lo estoy viviendo, pero hay que intentarlo y poco a poco descarbonizarnos. Y no basta con hacerlo, tenemos que contar porqué lo hacemos. El ejemplo es otro de esos mecanismos de cambio que no podemos desdeñar.
2 comentarios en «¿Quién lo asumirá?»
Gracias compañera por este precioso articulo, nos ha gustado mucho, seguimos en la lucha.
Muchas gracias, está escrito desde el corazón. Un abrazo!!!