El hito que resiste
es la voz en penumbra de esa carta,
los reglones titubeantes
y temblones de un puente tibetano,
construido con peligro y verbo.
Las cúpulas azules ya no están,
las alejé de mí
y ya nunca serán las cuatro.
El tiempo inelástico,
empequeñece la mañana.
Solo tengo este sonido de pájaros
-ellos sí me bendicen-
y un sendero hacia la muerte.
Solo tengo un yo, desmenuzado
en sal y anhelo, que voy
recogiendo cobarde al son
de esta ciudad ruidosa,
laberinto de acequias y de duelos.
2 comentarios en «Peligro y verbo»
Los puentes tienen la virtud de unir y los versos, tal vez, para restañar viejas heridas.
Lo has captado al vuelo. Hay puentes y puentes; unos están construidos en piedra, son sólidos e imponentes, otros están hechos de aire y versos y dan mucho vértigo. Gracias por la atenta lectura y espero que estés bien. Un abrazo.