¿Fuera de la realidad?

Se supone que Isaura, ciudad de los mil pozos, surge sobre un profundo lago subterráneo. Dondequiera que los habitantes, excavando en la tierra largos agujeros verticales, han conseguido sacar agua, hasta allí y no más lejos se ha extendido la ciudad: su perímetro verdeante repite el de las orillas oscuras del lago sepulto, un paisaje invisible condiciona el visible, todo lo que se mueve al sol es impelido por la ola que bate encerrada bajo el cielo calcáreo de la roca.
De las Ciudades invisibles de Italo Calvino

Es oficial, me he convertido en la pesada del cambio climático hasta llevar al hartazgo a algunos de mis más queridos amigos. Todas las conversaciones terminan ahí, según tú, me dice, “el cambio climático lo impregna todo”. Y sí, así es, el cambio climático lo impregna todo. Es -como afirma el autor de Planeta Inhóspito- el escenario en el que se va a desarrollar nuestra existencia en las próximas décadas. No es que sea el único problema, es que la inestabilidad climática es una crisis envolvente de dimensiones tan descomunales que agravará todo aquello cuanto nos pueda preocupar e incluso nos pondrá enfrente de problemas nuevos, inesperados e insospechados que harán que nuestras vidas sean mucho más difíciles. Y, además, pondrá en la picota los sistemas agroalimentarios mundiales, el verdadero sostén material de nuestras condiciones de vida. Pienso que no hay que reflexionar demasiado para llegar a esta conclusión, pero en cualquier caso me propongo argumentarlo poniendo algunos ejemplos y algunos datos. Aun así, si tenéis tiempo y la pereza intelectual no os paraliza, os invito a que leáis Planeta Inhóspito porque creo que la intención de este texto queda sobradamente culminada en las páginas de ese libro. Es más, os invito a que omitáis la lectura de este artículo y busquéis un ejemplar para leerlo.

El eterno retorno de las estaciones.

En otros rinconcitos de este blog he aludido a nuestro dilatado y amplio pasado nómada, durante miles de años el Homo sapiens fue trashumante, recolector y cazador y sólo unos diez mil años aproximadamente antes de la era de Cristo empezó a cultivar. Casi todos los historiadores coinciden que esto está íntimamente ligado al final de la última glaciación, al inicio del Holoceno y al cambio climático que en el Mediterráneo propició estaciones más secas en las que empezaron a proliferar las plantas anuales como el trigo. En cualquier caso, domesticar las plantas tuvo consecuencias importantes en la geografía humana. Nuestros tatarabuelos se establecieron en las tierras más fértiles y como consecuencia de la mayor disposición de calorías se produjo un salto demográfico. En la Espiral de la Energía, los autores afirman que la invención de la agricultura fue la primera gran revolución energética, después de la invención del fuego. Y así, auspiciado por un clima estable, por ese invariable ir y venir de la primavera que permitía la explosión de los cultivos, el Homo sapiens prosperó y a lo largo de los siglos fue expandiéndose por todo el planeta

De este modo llegamos al siglo XX, la población mundial en las primeras décadas del siglo contaba aproximadamente con 2000 millones personas. En el hemisferio norte los seres humanos sustituyen el carbón por el petróleo y da comienzo no solo la segunda revolución industrial, sino también la revolución verde, revolución que trajo implícito un nuevo salto cuantitativo en la agricultura: la posibilidad a través de los abonos nitrogenados de cultivar donde antes no se podía. Hay un interesante estudio del International Geosphere-Biosphere Programme (IGBP) y del Stockholm Resilience Centre, en el que se demuestra que a partir del 1950 de repente todos los indicadores, población urbana, uso de la energía primaria, uso del suelo fértil, turismo, uso del agua, emisiones de gases GEI, producción del papel, transporte, etc., se disparan. Este hecho se ha llamado la Gran Aceleración 1y confirma que estamos en una nueva edad geológica: El Antropoceno. La era en la que nuestras actividades socioeconómicas modifican profundamente el Sistema Terrestre.

Estamos ya en el siglo XXI y los indicadores siguen creciendo, solo en las tres últimas décadas hemos expulsado a la atmósfera aproximadamente la mitad del CO2 atmosférico. El contador de CO2 nos advierte que estamos a 410 ppp por millón y la última vez que la atmósfera tuvo esta concentración fue en el Plioceno, en el aquel momento los seres humanos no existíamos y en el Ártico había palmeras.

Las nuevas Atlántidas

Cuando todavía era una adolescente, leí Tierra de David Brin, un libro que dibujaba con asombrosa precisión el mundo en el que estamos y el futuro cercano que viene. En aquella novela el planeta estaba atenazado por los primeros efectos del Calentamiento Global, el Amazonas prácticamente era un recuerdo y  grandes ciudades costeras habían desaparecido tragadas por la elevación de los océanos y sus ciudadanos sobrevivían en ciudades flotantes conformando los Estados del Mar. El contexto temporal de la novela en el que se desarrolla la narración, es el año 2038.

Hoy, 2020,  escuchamos testimonios como este, en Lousiana la gente más pobre sabe que el mar inundará su tierra y que tendrán que migrar, de hecho los más ricos ya lo están haciendo. Pero no solo allí, en Vietnam, en el estrecho de Torres, en Alaska, antiguas comunidades indígenas, personas pobres, que presencian como poco a poco el mar les arrebata sus hogares.

Uno de los casos más emblemáticos es el de Kiribati 2, este pequeño país está formado por 30 atolones en el Pacífico que terminarán hundiéndose. Sus habitantes saben que en las próximas décadas se quedarán sin territorio y perderán su identidad. No son los únicos, los estados insulares en desarrollo lo conforman 39 pequeños países3 todos ellos amenazados por el aumento del nivel del océano que ya hoy está dificultando sus vidas con ciclones, marejadas e inundaciones que salinizan sus tierras y sus fuentes de agua dulce.

En Planeta Inhóspito el autor nos dice que “según las previsiones del Banco Mundial4 en un estudio realizado en 2018, si se mantienen las tendencias actuales de calentamiento y emisiones, en 2050 más de 140 millones de personas se convertirán en migrantes climáticos en apenas tres regiones del mundo: 86 millones en el África subsahariana, 40 millones en el sur de Asia y 17 millones en América Latina. Otra estimación que suele citarse más a menudo, la de la organización internacional para las migraciones (OIM) de Naciones Unidas, apunta a cifras algo más elevadas: 200 millones en total para el 2050.”

Para que tengamos una referencia sólo en el 2018 el mundo alcanzó la cifra de  41 millones de desplazados internos -es decir dentro de sus propios países- y en el 2019 el número de migrantes internacionales ascendió a 270 millones.

Si no hacemos nada, si no contenemos las emisiones de CO2 y alcanzamos finalmente los dos grados de temperatura media global, se teme que el mar se eleve por encima de los dos metros. Podemos hacernos una representación bastante aproximada de las consecuencias de una elevación semejante en este siglo, si sabemos que por cada centímetro de subida, la costa retrocede un metro5 y que en la actualidad el 50% de la población mundial vive en áreas marítimas.

Un mundo sediento

Las sequías son un fenómeno recurrente del clima y han sido las culpables del éxodo de millones de personas a lo largo de la historia de la humanidad. El agua es esencial para la vida y sin ella los seres vivos no pueden sobrevivir. No es ningún secreto que el cambio climático afecta especialmente al régimen de lluvias; no solo multiplica las sequías y las inundaciones sino que además las recrudece. Una sequía suele empezar con la falta de precipitaciones que si persiste acaba afectando a las reservas de agua embalsada en los pantanos y a los acuíferos subterráneos.  Además, las altas temperaturas provocan un aumento de la evotranspiración 6. Las sequías combinadas con las olas de calor agravan y multiplican los incendios y tienen efectos devastadores sobre los cultivos.  

En España, por ejemplo, los datos son alarmantes 7: las precipitaciones medias anuales llevan décadas disminuyendo, los veranos son 5 semanas más largos y entre 1961 y 2010, se ha detectado que el clima semiárido se ha extendido a un 6% del territorio español.  En la última década se ha contabilizado un aumento especialmente intenso de las temperaturas medias. Hoy, mientras escribo esto y afuera el temporal Gloria azota mi ciudad, los embalses de España están al 56% de su capacidad media. Pero muchas cuencas hidrográficas como la del Segura, la del Júcar, el Guadalquivir o el Guadiana, están en el 40% de su capacidad. Todo esto lo sabemos sobradamente,  forma parte de nuestra realidad material. El Mediterráneo está seriamente amenazado por la desertificación, es de hecho una de las regiones del planeta donde la temperatura media está creciendo más rápidamente y se prevé que nuestro mar se eleve cerca de un metro para el 2100 8.

Para el resto del mundo los augurios no son más benévolos. La fusión de los glaciales continentales supondrá en un primer momento inundaciones terribles y después irreversibles sequías. Alrededor de los grandes ríos cuyas aguas se nutren de las fuentes de los principales; glaciares continentales viven millones de personas. Concretamente, alrededor de los principales ríos de Asía -;Ganges,Indus, Brahmaputra,Yangtsé,Mekong,Salween y Amarillo- viven unas 2500 millones de personas y se estima que para el 2035 estos ríos se habrán secado. Preocupa especialmente el río Ganges donde viven 500 millones de personas. Con respecto al Amazonas, “los científicos del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA) argumentan que esta vulnerabilidad a la sequía, junto con los efectos de la deforestación sobre el clima regional, están empujando la selva hacia un “punto de inflexión” donde comenzaría a morir de forma irreversible. Llegan a la conclusión de que el bosque está al borde de convertirse en sabana o desierto, con consecuencias catastróficas para el clima del mundo. De acuerdo con el WWF, la combinación del cambio climático y la deforestación aumenta el efecto del secado de los árboles muertos el cual alimenta los incendios forestales” 9

¿No hay hambre que dure cien años?

Hoy mismo la ONU ha publicado esta noticia en su página: “La crisis de alimentos en el sur de África es de proporciones no vistas hasta el momento”. Cuarenta y cinco millones de personas, el equivalente aproximado a la totalidad de la población de Argentina, se enfrentan a una situación de grave inseguridad alimentaria debido a las reiteradas sequías, las inundaciones generalizadas y el desorden económico. Mientras lo leo, estoy llorando. Es terrible. Africa es un continente muy vulnerable castigado año tras año por ciclones y sequías cada vez más virulentas. Uno de los lugares más pobres del planeta, que menos han contribuido a las emisiones de CO2, es uno de los más azotados por el cambio climático y no tiene capacidad de respuesta.

La hambruna 10 es quizás una de las consecuencias más clara y directa del caos climático y debe preocuparnos mucho porque nuestra seguridad alimentaria es muy frágil, depende de las redes de transporte mundial, de un sistema agroalimentario subordinado a los combustibles fósiles en proceso de declive, de un suelo fértil cada vez más degradado y empobrecido y de un patrón climático inestable alterado por sequías, inundaciones, temporales, y otras calamidades climáticas que tienen a su vez consecuencias terribles sobre los cultivos.

La era de las consecuencias

Estamos en la era de las consecuencias 11, epidemias y hambrunas, millones de personas desplazadas, conflictos fronterizos, caos, sistemas sanitarios colapsados, lucha de clases sociales, abandono de las personas más pobres y desamparadas, abandono preventivo de las ciudades y no es descabellado, teniendo presente la cantidad de reactores nucleares que todavía están activos, pensar que se puede desatar un guerra nuclear entre países.

El marco temporal

Muy a menudo tendemos a pensar que todas estas catástrofes sucederán dentro de mucho tiempo, lo cierto es que no es nuestro futuro, es nuestro presente. Un presente que tiene lugar, a veces, muy lejos de nuestros domicilios y otras no tanto. Y aunque por el momento estamos relativamente a salvo porque vivimos en países (nosotros los del norte opulento) con capacidad de reacción -y cierta anticipación- frente a los desastres, es un presente con visos de convertirse en una condena gracias a nuestra inacción, mientras nos ocupamos de lo cotidiano, de lo supuestamente urgente y lo diario. Pero todo va peor de lo esperado y demasiado rápido. En los dos últimos años estamos siendo testigos de como la fusión del Ártico, la Antártida y Groenlandia se aceleran. La comunidad científica teme que esto desencadene procesos de retroalimentación positiva que disparen el calentamiento global y que conviertan a la tierra en un emisor neto de carbono sin nuestra participación. 12 Por esta razón, recientemente la ONU advertía que había que quintuplicar los esfuerzos en reducir las emisiones de CO2, y que en las próximas décadas teníamos que reducir las emisiones al 7% anual, con todo lo que eso significa. No nos queda mucho tiempo, estamos, como decía Antonio Turiel en una entrevista, jugando con fuego.

¿Fuera de la realidad?

Retomo aquí, para finalizar, la pequeña discusión con mi amigo. En aquel momento de la conversación, comentábamos que después de 20 años, había vencido el contrato de la AP7 y por fin era gratuita hasta Tarragona. Por supuesto es una buena noticia, sin embargo, metida en mi papel de pepita grillo climática, dije que la gente estaba fuera de la realidad. Y justo ahí, mi amigo saltó: “¿Fuera de la realidad?, ¿O sea que todos están fuera de la realidad?” Por desgracia es así, la gran mayoría es ajena a la realidad material del planeta en el que viven, los temas que importan son los que suceden dentro de nuestra tecnoesfera. Por eso, celebramos que por fin podamos usar una autopista sin pagar, obviando que el modelo de transporte basado en el vehículo privado pertenece al pasado y que es un modelo caduco en el que ya no podemos apoyarnos porque tiene consecuencias gravísimas y además nos hace muy vulnerables. Y por si esto no fuera suficiente, en dos o tres décadas, muchas de esas infraestructuras estarán prácticamente vacías 13 y otras en franca decadencia 14por falta de mantenimiento.

Si estuviéramos conectados a la realidad, a la realidad que hace posibles nuestras vidas, estaríamos persiguiendo la autonomía y la soberanía alimentaria y haciendo lo posible por llevar vidas más locales, descarbonizadas y más justas que espanten la barbarie. Si estuviéramos conectados a la realidad, invertiríamos nuestro tiempo en desplegar la agroecología, en reforestar nuestros bosques y recuperar nuestros suelos. Si estuviéramos conectados a la realidad, nos tomaríamos en serio la advertencia de la ciencia y estaríamos embarcados en un esfuerzo colectivo y global de racionalidad, solidaridad y justicia. Pero como nuestro mapa de la realidad no va más allá de las puertas de nuestro estilo de vida, seremos la civilización número veintisiete que colapsa. Lo haremos, eso sí, con el dudoso galardón de haber provocado la Sexta Gran Extinción de las especies y de haber condenado a la desdicha no solo a nuestros hijos y nietos, también a nuestro yoes futuros.

“Come piombo pesa il cielo questa notte. Quante pene e inutili dolori”. (Battiato)

Nota: La maravillosa ilustración -profundamente conceptual- que encabeza este texto es de Lorena Quilo y su título es Porteadoras. Aquí tenéis alguna muestra más del maravilloso mundo de Quilo.

  


  1. Sobre la Gran Aceleración: https://www.elmostrador.cl/noticias/mundo/2017/02/13/fenomeno-de-la-gran-aceleracion-estudio-revela-que-en-ultimos-45-anos-la-tasa-de-temperatura-de-la-tierra-aumento-170-veces-por-culpa-del-hombre/?v=desktop
  2. Entrevista a Anote Tong en TED, antes de la Cumbre de París. Anote Tong, expresidente de Kiribati se pasó más de una década acudiendo a todos los foros mundiales para visibilizar que el mar se está tragando su país. https://www.ted.com/talks/anote_tong_my_country_will_be_underwater_soon_unless_we_work_together/transcript?embed=true&language=es#t-1263120
  3. https://www.un.org/es/events/islands2014/didyouknow.shtm
  4. Página de la ONU donde se proporciona esta referencia: https://news.un.org/es/story/2019/08/1460141
  5. Dato extraído de aquí: http://www.rac.es/ficheros/doc/00397.pdf
  6. https://www.iagua.es/noticias/iiama/cambio-climatico-podria-provocar-sequias-mas-frecuentes-y-severas-cuenca-jucar
  7. Greenpeace: https://es.greenpeace.org/es/noticias/pero-seguimos-en-sequia/
  8. https://www.lasprovincias.es/comunitat/cambio-climatico-mediterraneo-20191010114651-nt.html
  9. Fuente la Wikipedia
  10. Guatemala, el corredor seco se ha expandido: https://www.reuters.com/article/us-guatemala-climate-change-food-trfn/guatemalas-children-bear-brunt-of-prolonged-drought-and-rising-heat-idUSKBN1ZK281?fbclid=IwAR2hduqCjHTagZlgB4OKMuRGA8Vqwi1xBBeCr2r8c1L4njG1uxNxmvBEHZ4
  11. Informe de The United in Science publicado en septiembre de 2019: https://gallery.mailchimp.com/daf3c1527c528609c379f3c08/files/03531615-3b9f-4dda-80ba-d0c82fe4446c/United_in_Science_EMBARGO_MARKING.01.pdf (Traducido y resumido aquí: https://www.businessinsider.es/consecuencias-cambio-climatico-informe-onu-497489
  12. Estudio del Postdam Institute for Climate Impact Research (PIK) publicado en noviembre de 2019 en la revista Nature https://www.nature.com/articles/d41586-019-03595-0
  13. http://crashoil.blogspot.com/2019/11/explicando-el-peak-oil-de-manera.html
  14. Otro artículo muy interesante de Antonio Turiel sobre las infraestructuras que tenemos que abandonar: https://crashoil.blogspot.com/2020/01/temporal-y-permanente.html?fbclid=IwAR2USm0jdNAU6rQOHB6ulBtN5kvmX0EHEcLcfkESjq8RFQhePyAS3mxHypk

2 comentarios en «¿Fuera de la realidad?»

  1. “Si estuviéramos conectados a la realidad, a la realidad que hace posibles nuestras vidas, estaríamos persiguiendo la autonomía y la soberanía alimentaria y haciendo lo posible por llevar vidas más locales, descarbonizadas y más justas que espanten la barbarie. Si estuviéramos conectados a la realidad, invertiríamos nuestro tiempo en desplegar la agroecología, en reforestar nuestros bosques y recuperar nuestros suelos. Si estuviéramos conectados a la realidad, nos tomaríamos en serio la advertencia de la ciencia y estaríamos embarcados en un esfuerzo colectivo y global de racionalidad, solidaridad y justicia.”

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