Condormides

Estos días atrás estuve caminando desde Orense hasta Santiago de Compostela. Y aunque partí sola, pronto el camino me trajo nuevos compañeros de viaje. Maravillosas personas de múltiples nacionalidades, con las que se creó una dulce camaradería políglota. Nuestros idiomas: el castellano, el portugués, el italiano, una pizca de valenciano y el dulce gallego de la tierra que nos acogía, lejos de alejarnos nos hermanaban. Era muy divertido descubrir los recovecos, las similitudes y las divergencias de nuestras lenguas y constatar que siglos de separación no eran suficientes, ni obstáculo, para impedir la comprensión, la empatía y el cariño.

Las jornadas discurrían así, esforzadas y divertidas, atravesando los innumerables y hermosos parajes gallegos. Pero de vez en cuando fragmentos de realidad nos atravesaban a la hora del desayuno o la cena, cuando en algún bar del camino la televisión nos mostraba las terribles imágenes del aeropuerto de Kabul, tantas vidas intentando abandonar el núcleo de su identidad y de su arraigo por la atroz amenaza de los talibanes. Yo tenía que actualizar el blog para compartiros un nuevo texto publicado en el Salto, pero lo que sucedía en Kabul me paralizaba, de repente sentí la necesidad de hacer alusión a la tristeza, desesperación y horror de aquellas personas.

Saudade es una bellísima palabra portuguesa que procede del vocablo latín solĭtate(m) “soledad”, quiere decir añoranza, nostalgia, morriña de algo o alguien a quien amamos profundamente, cuando ya está ausente o lo hemos perdido. Esa nostalgia con la que nos tropezamos terca y pertinaz en toda historia de la literatura y el arte, en suma en toda la historia de la humanidad, como en aquellos versos universales de Pere Quart que decían:

A Catalunya deixí
el dia de ma partida
mitja vida condormida:
l’altra meitat vingué amb mi
per no deixar-me sens vida.
Avui en terres de França
i demà més lluny potser,
no em moriré d’anyorança
ans d’enyorança viuré.

De esto, de la nostalgia que hubo y sobre todo de la nostalgia que habrá cuando perdamos nuestros paisajes de referencia, los territorios que habitamos y que nos habitan el corazón, va el texto que publico en el Salto. Nostalgia que como los afganos hoy, sentirán mañana incontables comunidades por culpa de esos procesos de cambio climático desbocado y capitalismo atroz que nos amenazan y que desdibujarán los mapas. Y todo esto está pasando, se está fraguando ante nuestras miradas adormecidas.

Aquí os enlazo mi artículo del Salto, espero que os anime a reflexionar y sobre todo a movilizaros en la defensa de vuestros territorios. Abajo os dejo el enlace:

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