I
En espuma, en nada,
el océano de nuestras memorias.
Tú allá, de pie, sobre una barca,
y los remos rompían en mil
las ondas de mi rostro
en el mar de tus deseos.
II
Yo te miraba.
La curva de mi pecho no era mía.
Mi amor no era mi amor,
la arcilla carmesí sobre mis pies.
El mar turquesa.
Al fondo el mar.
Al fondo de tus ojos inclementes,
rescoldos de otros soles.
Ceniza derramada y cenicienta
en mis entrañas.
Yo estaba en la colina
del color del almendro y de los valles
mis alas arraigadas, toscas.
Y mi mar no era azul,
no era turquesa.
Yo te soñé
apresabas los remos, te alejabas
en el mar encrespado, austral.
Maldiciendo el sonido del invierno,
del viejo norte.
Caí sobre la greda.
Cayeron de mis ojos los arroyos,
cayeron las iglesias,
los frutos, las azules carcajadas
al mar turquesa.
El mar te convocaba.
atadas mis palabras al olivo,
anclada a la raíz,
tus brazos ya eran agua y sal.
La arena me dolía.
III
Yo de vuelta a la tierra, demudada,
tú, al amplio mar, al mar turquesa.