¡Qué cerca y qué lejos!

¡Qué cerca y qué lejos!
Cercano habitante
y al tiempo paisaje
de los túmulos de mi sueño.
¡Qué cerca tu cuerpo!
Me arranca vibrando
de la tumba de otro cuerpo.
Allí, a veces te hallas
en medio del sueño,
sin rostro, ni voz
desnudo, quimérico.
Tu sola ternura
deshace mis nudos
incendia mi sueño.

En el telón onírico y negro,
de las horas dormidas
resplandeces y quemas
tus labios, tus manos dispuestas
tan cerca las siento.
Y yo que emerjo despierta
del sueño,
y vuelvo mi vientre agitado
a tu vientre certero
pero es otro vientre
trigueño y de hielo.

La lumbre en sordina que late en
mis noches recurre a esa llama
que yace en tus besos nocturnos,
fantasmas, etéreos.
¡Tu sombra alargada
tan cerca y tan lejos!
Y al fin cuando duermo
espero encontrarte
sentado y tranquilo
en medio del sueño

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