La buena literatura

Hay personas que llegan al mundo tocadas por la literatura. Esas personas tienen una mirada especial y una necesidad honda de comunicar lo que ven y sienten.  Algunas son grandes orfebres del idioma, otras son mínimas y sencillas. Pero todas son capaces de hacer reflorecer en una única línea un sentimiento, una emoción, una vivencia, en cualquier lugar y tiempo. Los grandes escritores son atemporales. Pero casi todos son y fueron producto de su época ¿Acaso no es tu propia vida y lo que sucede a tu alrededor el material en el que se apoyan las palabras y las historias?  Esto sucede especialmente en la poesía. No conozco ni un solo verso legendario que no esté transido de emoción, que no te ponga enfrente del poeta y reconozcas su tristeza o su alegría en la tuya.

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La buena literatura es contemporánea y es universal. Del mismo modo que la historia de los hombres se repite como un péndulo, la angustia, el amor, la desdicha, la pasión de ayer son las de hoy.   Todos los que amamos los libros, hemos llorado y reído, nos hemos asombrado y hasta sufrido con muchos de ellos. Todos los que amamos los libros, llevamos en nuestra memoria y en nuestras conversaciones muchas historias y muchas vidas.

Pero además,  la buena literatura te abre puertas. Puertas que a veces están cerradas.  Una novela histórica, te abre la puerta del pasado. Una de ciencia ficción te invita a imaginar otros mundos imposibles. Y un libro de viajes, hace que el mundo  sea más pequeño, que tu vecino de repente sea un pescador de la bahía de Méjico o un agricultor de las altas laderas del Tibet.  Cuando leemos, los otros somos nosotros.

La buena literatura invita a escribir. Todos y cada uno de los grandes escritores fueron antes grandes lectores.  La buena literatura podemos afirmar que se retroalimenta. Es un círculo vicioso francamente hermoso, donde a veces no distingues si las palabras y las metáforas que resuenan en tu mente, son tuyas, de otro o del imaginario colectivo.

Finalmente buscando una cita, cierro mi propio círculo y termino el taller como lo empecé. Quien mejor que Neruda de nuevo y de nuevo su verso para concluir mi pequeño ensayo, diciendo:

DE tanto amar y andar salen los libros.
Y si no tienen besos o regiones
y si no tienen hombre a manos llenas,
si no tienen mujer en cada gota,
hambre, deseo, cólera, caminos,
no sirven para escudo ni campana:
están sin ojos y no podrán abrirlos,
tendrán la boca muerta del precepto

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