En la matriz de la carrasca

Ahora que han sucedido
de una en una las cinco escalas
con sus diez peldaños
-y aún así-
alegre y obstinada esta brisa
trae de vuelta la primavera.

Que en pie y sin zapatos regreso
de la justa de nuestros cuerpos frágiles.
Que vengo con mi soledad ilesa.
Ahora, vedados, de entre mis sueños
retumban mis fantasmas.

¿Qué haré si estoy desnuda
y apenas incorpórea?
¿Qué haré con el sigilo
cautivo en la esperanza?

De mí perdida y vacua
sin puntos cardinales,
ni viejas referencias.
Apenas desolada, apenas sorprendida,
apenas vehemente, apenas desdichada.

¿Qué haré a cuestas con estas sombras?
¿Qué haré con esta inclinación a las caricias?
¿En qué tapices de masculino
pulso me tenderé mañana?

Descepada y ahogada
en sueño hiriente,
vuelvo a la tierra y dejo la calle,
vuelvo a la matriz de la carrasca.
Y en el sosiego fresco de su umbría
me atrinchero en la espesura.

Y lejos, muy lejos,
franca y nítida,
-desde el núcleo de los años-
la voz de aquella niña
se anuda a mi garganta.
Pero yo, poeta ya en la tarde,
recorto, con dulzura,
los mechones de sus trenzas.

(Comenzado en Mayo de 2018)

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