Con las botas puestas

Ayer cerca de un millar de personas estuvieron en Madrid en algunas acciones convocadas por Rebelión contra la Extinción y 2020 Rebelión por el Clima, una de las acciones terminó como era previsible a porrazos y con tres detenidos, uno de ellos Jorge Riechmann. El caso es que la emergencia climática ha saltado al debate público, los signos son tan evidentes que es muy difícil negarlo. Nadie niega tampoco que nuestras actividades humanas están fagocitando la biodiversidad de este planeta, que estamos provocando la sexta gran extinción de las especies. Pero por desgracia, el descenso energético en el que a la par estamos inmersos permanece invisibilizado. Una cuestión de importancia capital porque sobre ella bascula nuestra capacidad de extraer el resto de los recursos que mueven nuestra sociedad industrial, sin petróleo nuestra capacidad de resistir los embates de un clima desgobernado merma considerablemente, sin petróleo nuestro sistema agroalimentario globalizado peligra considerablemente. Y no hay una alternativa real, nada, ninguna fuente de energía renovable puede mantener el sistema industrial en un contexto capitalista, donde la economía está obligatoriamente sujeta al crecimiento indefinido. Hay alternativas, pero no dentro del capitalismo. Hay alternativas que significan llevar vidas más frugales, más agrarias y más locales.

En este contexto colectivos todavía tímidos, todavía endebles, se están organizando y están tomando las calles para visibilizar la emergencia climática. Otros intentan vertebrar respuestas comunitarias al statu quo. Ningún trabajo es vano, todos son necesarios. Y no sólo por la efectividad real o los resultados que se puedan cosechar, sino porque son ensayos generales, prototipos de redes colectivas, ejemplos de auto-organización, referentes imprescindibles para empezar a mover la maquinaria del cambio, porque – al contrario de lo que nos hacen creer- los cambios individuales no supondrán diferencias. Sin embargo, una sociedad con redes sólidas y solidarias entre grupos y comunidades es un verdadero camino hacia la contestación. Décadas de neoliberalismo han atomizado toda la organización colectiva, es un hecho sobradamente estudiado, y nos han convertido en individuos narcisistas, egocéntricos, centrados en satisfacer nuestras necesidades materiales en el más triste hedonismo que ha contemplado la historia de nuestra triste humanidad. Rescatar las redes, crearlas y entrenar los valores y las aptitudes necesarias para que funcionen no va a surgir por generación espontánea, es un proceso que se trabaja y se trabaja sobre la marcha, poniéndose en marcha.

Así que bienhallados todos aquellos que ya están en ello, por lo que a mí respecta me pueden llamar compañera, yo ya tengo las botas puestas.

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